Sencilla conservación, belleza, naturales o sintéticos; los topes de cocina deben reunir ciertas condiciones y adecuarse al presupuesto disponible.
Madera: natural
Aunque su uso en la fabricación de topes es de larga data, los nuevos tratamientos impermeabilizantes logran que la madera sume a su belleza mayor resistencia al agua y a las grasas, sus principales enemigos. Las maderas tropicales, ricas en aceites, son las más idóneas para la cocina.
Cerámica: rústica
Las baldosas de cerámica y los azulejos son una opción tradicional para revestir una cocina de obra. Es un material resistente al roce y al uso diario pero sensible a los golpes, por lo que debe elegir un gres de calidad, con esmaltes especiales para resistir el calor. Para alargar su vida útil recubra periódicamente sus juntas con material plástico.
Piedra caliza: un toque personal
Una opción cada vez más habitual para el tope de la cocina es emplear piedras naturales. Destacan entre ellas la piedra caliza y la pizarra, dos materiales con mucha presencia aunque algo porosos, por lo que deben recibir un tratamiento sellador que las impermeabilice de ácidos y manchas.
Granito: resistencia a toda prueba
Su característico aspecto jaspeado se debe a que se compone de minerales formados por fusión de otros. Es inalterable al calor y a la humedad, y al no ser poroso, es muy fácil de mantener. A pesar de su costo elevado, es una opción habitual en la cocina, gracias a su amplia oferta de colores y texturas.
Mármol: belleza y tradición
Se trata de una variedad de piedra caliza de uso habitual en los topes de cocina por su resistencia y belleza. Las variedades más empleadas son las menos porosas, como el mármol de Carrara, con vetas grises, el Travertino y el blanco Macael. Resisten bien la humedad y las salpicaduras, aunque hay que evitar el contacto con los ácidos y las grasas. Supera al granito en calidad y precio.